El desierto de Merzouga, el lugar perfecto para pasar una noche especial
¿Estás buscando pasar una noche especial en algún lugar del mundo? ¡No lo pienses más, viaja al desierto de Marruecos!
El desierto de Merzouga, es el lugar perfecto para pasar una noche especial, única e inolvidable, un océano de arena que se rinde a tus pies al capricho involuntario del viento del Chergui y en dónde a menudo, las formas de las dunas se modifican, mudan, y se alteran, ofreciendo paisajes diferentes.
En el desierto de Merzouga, todos somos de la misma condición, no vale ser rico o pobre, aquí somos iguales, no existen diferencias, no nos sirven los influencers, nuestra imagen es real, no hace falta maquillaje para andar por las dunas, vamos a vivir algo auténtico y especial, en el desierto de Marruecos.
Caminar descalzo por el desierto de Merzouga es andar solo, pero no es estar solo, que es muy diferente.
En una gran ciudad nos rodeamos de mucha gente, de mareas de humanidad, yo, personalmente me he sentido mucho más sola en una ciudad, que cuando estoy “sola” en el desierto de Marruecos. ¿Habéis tenido alguna vez esa sensación? Estar rodeados de gente y sentirnos invisibles. En el desierto de Merzouga no eres transparente para nadie, no ocurre. Si hay alguien, te para, se sienta contigo, te da un apretón de manos, comparte contigo su tiempo y luego, cada uno se va por su camino.
En el desierto de Merzouga me siento en la arena a “charlar” - todo lo que me defiendo en árabe marroquí- tranquilamente con nómadas, incluso, he llegado a tropezarme con famosos que vienen al desierto en busca de anonimato y paz, huyendo de ser perseguidos por fotógrafos, y como comprenderéis, no se me ocurre sacarles ni una foto, bueno…si ellos quisieran una foto mía, estaría dispuesta, jajaja.
Así es durante el día, y cuando cae el sol, el desierto de Merzouga, es el lugar perfecto para pasar una noche especial, mágica, en un campamento donde dormir en la típica jaima marroquí. Noches oscuras, iluminadas por millones de estrellas nos acompañarán consiguiendo momentos de inigualable belleza, una experiencia sensacional de la cual nadie debería renunciar.